Sobre Plataforma 2012, por Maristella Svampa y Roberto Gargarella, 08/01/2012

Salieron ya  varias notas sobre el documento que lanzamos con varios colegas y amigo/as (A.Jozami, Horacio González, M.Goloboff).

Va acá un articulo que publicamos hoy en Perfil. 

  

Nunca ha resultado fácil en la Argentina construir, como intelectuales y trabajadores de la cultura, una voz crítica independiente de los diferentes poderes (políticos y económicos), sin caer en el peligroso juego de los reduccionismos y las manipulaciones, sobre todo, políticas y mediáticas. Pero esta situación ha empeorado desde 2008, cuando se actualizaron –tanto desde el gobierno como desde la oposición-  los esquemas binarios y las políticas de consignas, que lejos de enriquecer el debate político, público e intelectual, no han hecho más que simplificar y reducir sus márgenes a una cuestión de adscripción pro-K o antiK.
Desde entonces, no somos pocos los intelectuales que venimos sosteniendo una posición coherente,  de crítica y propuesta, buscando instalar desde diferentes ámbitos, una voz colectiva, por fuera de estos marcos empobrecedores.  Con este objetivo, hemos difundido el primer documento de Plataforma 2012. Dicho pronunciamiento, si bien cuenta con un núcleo inicial o promotor, no refleja un grupo consolidado, sino un “nosotros” precario, en construcción, que apuesta a la horizontalidad y al debate de las cuestiones hoy consideradas cruciales en nuestro país. En este sentido, Plataforma 2012 apunta a la construcción de un espacio colectivo democrático, aunque por el momento señala solo un punto de convergencia, en el cual han confluido intelectuales y trabajadores de la cultura, que se han sentido identificados con los posicionamientos, los temas, y necesidades que expresa el documento.
 En cuanto a los posicionamientos, los firmantes del mismo presentan claras coincidencias: todos hemos sido críticos de la última dictadura militar; críticos del menemismo y de sus políticas neoliberales, defensores de políticas activas por la igualdad; de un Estado igualmente activo para este fin; todos somos defensores de  los derechos humanos y muchos de nosotros nos hallamos muy preocupados por el nuevo ciclo de violaciones de derechos humanos que se ha abierto en la última década.
No pocos de nosotros pertenecemos a colectivos que actúan desde diferentes ámbitos –por ejemplo, desde el psicoanálisis, los hay quienes acompañan terapéuticamente a víctimas de la represión de ayer y de hoy; desde las ciencias sociales, quienes acompañan diferentes luchas sociales y ambientales; desde el ámbito social y cultural, quienes trabajan con sectores muy  vulnerables – como los chicos en situación de calle-. La lista está lejos de ser exhaustiva pues debería incluir aquellos artistas, cineastas, investigadores, escritores y demás trabajadores de la cultura, que han suscripto este documento y que desde su propio -ámbito interpelan críticamente la actual realidad argentina.
Los temas comunes que nuclean ese punto de convergencia son cuatro. La necesidad de construir un espacio de pensamiento crítico, por fuera de los esquemas maniqueos y los discursos falaces y disciplinarios; colocar el acento en la profundización de las desigualdades (sociales, territoriales, regionales, generacionales); subrayar, más allá del discurso épico del gobierno,  su asociación con las grandes corporaciones, que cubren un amplio arco de las actividades económicas en el país, desde las grandes cerealeras, empresas como la General Motors o la notoria Barrick Gold, en minería. Por último, advertir sobre el agravamiento respecto de la violación de derechos humanos hoy.
En  lo personal,  consideramos que uno de los problemas fundamentales en el campo intelectual es la fractura que se ha operado en el pensamiento crítico en los últimos años. A diferencia de los `90, cuando el continente aparecía reformateado de manera unidireccional por el modelo neoliberal, el nuevo siglo viene signado menos por los discursos únicos, que por un conjunto de tensiones y contradicciones de difícil procesamiento. El pasaje al “Consenso de los Commodities”, bajo gobiernos progresistas, legitimados electoralmente, instaló nuevas problemáticas y paradojas que tienden a reconfigurar el horizonte del pensamiento crítico, enfrentándonos a desgarramientos teóricos y políticos, que van cristalizándose en un haz de posiciones ideológicas diferentes.
Vaya a saber si nos encontramos ante la antinomia “intelectuales orgánicos” versus “intelectuales críticos”, pero el caso es que muchos de los que hoy apoyan el gobierno, tienen serias dificultades para tomar distancia crítica y cuestionar el carácter nodal de  las problemáticas planteadas más arriba. Las críticas, cuando éstas aparecen, siempre son posteriores a un mar de elogios ditirámbicos ofrendados al gobierno. Por otro lado, suelen negar la responsabilidad del gobierno nacional respecto de estos temas, invocando un discurso federal, como si estas políticas fuera potestad excluyente de las provincias o el gobierno nacional no fuera más que una liga de gobernadores. Lejos de ello, hoy asistimos a una fuerte concentración de poder político en manos del ejecutivo, que indica una gran dificultad por avanzar en una construcción política de carácter plural. Esto se ha visto reflejado en las últimas semanas  en la tendencia a confundir legitimidad electoral con licencia social, lo cual ha llevado a la aprobación –entre gallos y medianoches- de un paquete de leyes, entre ellos la ley antiterrorista, a espaldas de los reclamos de la sociedad, lo cual aparece como incomprensible e injustificable de parte de un gobierno que se dice progresista y además, “soberano”.
Este contexto explica, desde nuestra perspectiva, el lanzamiento de este documento en esta hora. Pues todo indica que en los próximos años concentración del poder político, agravamiento de las desigualdades y acentuación de la dinámica de desposesión (de tierras y bienes comunes) tenderá a agravarse, lo cual coloca a la Argentina en una situación por demás frágil y peligrosa, consolidando un nuevo ciclo de violación de los derechos humanos. No olvidemos que que en el último año y medio hubo 14 muertos por hechos de represión, en gran parte ligados a conflictos por la tierra y la vivienda. Muchas de las víctimas de la represión han perecido por cuestionar una política de acaparamiento de tierras, y por ende, directa o indirectamente, por recusar la expansión de modelos productivos avalados y promovidos activamente por políticas nacionales. Existe, como tal, una clara responsabilidad del gobierno nacional, cuyo sistema de mediaciones y entramados de poder aparece por lo general denegado y desdibujado, y que los hechos de represión tienden a iluminar de manera cada vez más dramática.
Esperamos que esta convocatoria prospere, más allá de las dificultades que podamos enfrentar. Ya se ha visto que intentar romper el juego perverso de las antinomias y los esquemas binarios no es fácil ni gratuito. Pero somos conscientes de que es necesario y que a partir de estas coincidencias comunes es posible construir una plataforma colectiva de pensamiento crítico en nuestro país.