Cuando se anunció públicamente la expropiación del 51% de las acciones de YPF, desde Plataforma 2012 señalamos que no existÃa ninguna disposición sobre los pasivos ambientales producidos por el accionar de Repsol y que si estos pasivos ambientales sólo eran usados para reducir el precio de expropiación los daños terminarÃan siendo socializados, es decir, trasladados colectivamente a la sociedad. En plena euforia estatizante, poco después del anuncio de la expropiación a Repsol, el entonces subinterventor de la compañÃa, Axel Kicillof, afirmó que el paÃs no pagarÃa lo que la empresa española pretendÃa y que además se descontarÃan los pasivos ambientales. La noticia de que el gobierno planificaba auditar los pasivos ambientales dejados por Repsol causó un gran revuelo y no fueron pocos los voceros polÃticos y mediáticos del oficialismo que iniciaron una rápida recolección de datos a fin de cuantificar el “daño ambientalâ€. “Actualmente, el rojo de Repsol en YPF asciende a cerca de u$s 15.000 millones, u$s 9.000 en concepto de pasivo financiero y el resto (más de u$s 6.000 millones) en daños al medioambiente en las principales provincias petrolerasâ€, escribÃa un columnista en un diario oficialista en abril de 2012. Desbordantes de entusiasmo, los gobernadores de las provincias petroleras desempolvaron los informes ambientales y comenzaron a hacer los cálculos, prestos a competir en declaraciones impactantes: en Santa Cruz, Daniel Peralta estimó la existencia de un pasivo ambiental del orden de los u$s 3.000 millones. El gobernador de Chubut, MartÃn Buzzi, consideró que “será muy importante e incluso puede superar al del resto de las provinciasâ€. Sólo en Comodoro Rivadavia, consignaba el intendente Néstor Di Pierro, Repsol mantiene “una deuda de casi $ 200 millones y además hay un pasivo ambiental por el paso del oleoducto de casi 3.000 pozosâ€. En ese entonces, el ministro de EnergÃa y Ambiente de Neuquén estimó que, si bien el pasivo aún no estaba monetarizado, las proyecciones indicaban que éste alcanzarÃa los u$s 1.500 millones. Claro que tanto entusiasmo resultaba paradójico, por no decir sobreactuado y falaz, habida cuenta de que, desde los 90, la mayor parte de las denuncias realizadas por comunidades afectadas, pueblos originarios y organizaciones ambientalistas fue sistemáticamente ignorada por los sucesivos gobiernos provinciales y nacionales, lo cual alcanza de pleno a la administración kirchnerista. AsÃ, el concepto de “pasivo ambiental†tuvo una entrada sorpresiva y fulgurante pero igualmente fugaz… Evidentemente el oficialismo encontró que no era conveniente seguir insistiendo en el tema debido a la existencia –real y potencial– de tantos reclamos de carácter socioambiental. A esto se sumó que el argumento pronto dejó de ser funcional en la puja con Repsol. Los tiempos fueron moderando el tono de los reproches ante la urgencia de negociar con otros operadores petroleros, como Chevron, para explotar Vaca Muerta. En esta misma lÃnea puede interpretarse la embestida del senador Miguel Ãngel Pichetto a Gabriel Cherqui, representante de la comunidad mapuche Kaxipayin, durante el tratamiento en comisión del “Convenio de Solución Amigable†entre YPF-Repsol en el Congreso nacional. El senador le señaló que “su comunidad tiene acuerdos de trabajo con YPFâ€, algo que Cherqui reconoció porque “no hay otra opción, no nos han dejado ninguna otra forma de vidaâ€. Recordamos entonces la conversación que tuvimos con un abogado de las comunidades, hace dos años, viajando por la estepa chubutense. Le preguntamos cómo veÃa la relación entre las empresas (petroleras, mineras) y las poblaciones indÃgenas. El abogado nos miró dos veces, respiró hondo y comenzó a hablar: “Las cosas son asÃ. Las empresas llegan con todo el aval del gobierno, se presentan ante las comunidades indÃgenas y les dicen: ‘Hola. Vamos a hacer el amor. Ustedes pueden elegir cómo y dónde: si quieren que sea en una pieza destartalada o en un hotel de lujo de cinco estrellas, si quieren que sea con la luz apagada o con la luz prendida, si quieren que sea de dÃa o de noche. Pero que quede claro: vamos a hacer el amor’â€. Mientras lo observábamos, muy impresionados, él continuaba: “Lo dije en forma elegante, pero el verbo que se utiliza es otro, mucho más rudo…â€. El breve pero contundente relato del abogado sirve para advertirnos acerca del violentamiento original que subyace en la relación empresas-comunidades indÃgenas, algo que incluye además al propio Estado y que seguramente está lejos de ser ignorado por el experimentado senador Pichetto. En conclusión, triunfó una vez más la impunidad ambiental y también el cinismo polÃtico, pues las cláusulas de “desistimiento, renuncia e indemnidad†establecidas en el convenio entre YPF y Repsol no sólo eximen de responsabilidad a esta última sino que terminan socializando los pasivos ambientales y seremos el conjunto de los ciudadanos los que pagaremos entre todos, con nuestra salud, ecosistemas y territorios.
Publicado en RÃo Negro
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