La avidez por el oro deja nuevos cráteres
Colombia. La extracción del metal precioso pone en alerta a la sociedad por la contaminación del agua y el desorden del medio ambiente que ya presienten.
PORÂ MARISTELLA SVAMPA
Colombia es una de las economÃas de mayor crecimiento en América Latina, con una variedad de ecosistemas que incluyen desiertos, selva tropical, páramos, cordilleras y bosques de niebla. Cuenta también con una gran diversidad cultural, un centenar de pueblos originarios, comunidades afro-colombianas y, a diferencia de su vecina, la Venezuela rentista y petrolera, con muchÃsimos campesinos que laboran la tierra y producen gran cantidad de alimentos.
Pude asomarme a esta realidad gracias a un viaje que hicimos al departamento del Tolima, distante a unas horas de Bogotá, en el centro-occidental del paÃs, con el Grupo Permanente de Alternativas al Desarrollo, que reúne desde hace cinco años a unos cuarenta intelectuales y activistas de América Latina y Alemania. En el Tolima recorrimos las localidades de Ibagué, Piedras, Doima y Cajamarca, y conversamos con pobladores que se oponen a La Colosa, un megaproyecto faraónico, que de construirse, serÃa la quinta mayor mina de oro en el mundo, en manos de la empresa Anglo Gold Ashanti. El cráter de la mina se harÃa en Cajamarca, municipio considerado “la despensa agrÃcola de Colombia†por su importancia en la producción de alimentos, donde además nacen importantes fuentes hÃdricas. Todo eso hace que campesinos, mujeres amas de casa y estudiantes universitarios, se hayan organizado en Comités Ambientales en Defensa de la Vida.
Fue el actual presidente J.Manuel Santos quien en 2010 lanzó la consigna de Colombia, la “locomotora minera y energética†y abrió el paÃs a una de las actividades extractivas más cuestionadas en América Latina. Colombia no es un paÃs con minerÃa a gran escala como Perú o Bolivia, pero ha sido tierra de diamantes y cuenta además con una de las minas de carbón más grandes del mundo, El Cerrejón, en La Guajira. En los últimos años, en un contexto en el cual se flexibilizaron los controles ambientales, Anglo Gold Ashanti, una compañÃa de origen sudafricano, llevó a cabo un acaparamiento de tÃtulos mineros que pasó casi desapercibido en la sociedad colombiana. La empresa es la tercera multinacional minera de oro a nivel mundial y como otras primas hermanas (la canadiense Barrick Gold, también especialista en oro), ofrece una larga lista de crÃmenes que incluyen desde la contaminación de agua en Ghana, hasta denuncias de financiamiento de paramilitares en el Congo.
En Piedras, pequeña localidad arrocera distante a hora y media de Cajamarca, donde se pensaba construir la planta de lixiviación (que mezcla cianuro y agua, para separar el mineral), la población propuso seguir “el ejemplo de Esquelâ€, como dijo uno de los voceros, aludiendo a la primera consulta sobre megaminerÃa realizada en Argentina, en 2003. La de Piedras, en 2013, fue también la primera consulta pública en Colombia y arrojó un 98% de votos por el No a La Colosa. Aunque fue judicializada por el gobierno, el Tribunal Superior de Justicia la declaró constitucional. De ese modo, La Colosa se convirtió en el conflicto emblemático en Colombia en lo que respecta al extractivismo.
La megaminerÃa no es el único frente de conflicto extractivo en la región. También está el Plan Maestro de Aprovechamiento del Rio Magdalena, el rÃo más importante del paÃs, que nace en la cordillera y tiene una longitud de 1500km. La concesión forma parte de la llamada polÃtica de Integración de Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA), y apunta a convertir el rÃo en una gran hidrovÃa para transportar con barcos de gran calado, carbón, petróleo y aceite de palma, destinados a la exportación. El otro objetivo es convertirlo en un gran generador de energÃa, a través de la construcción de varias represas, muchas de ellas al servicio de proyectos mineros. La lucha contra este enorme plan de privatización del RÃo Magdalena (en manos de una empresa china) originó una campaña con el nombre de “El RÃo de la Vidaâ€.
El notable escritor William Ospina, oriundo de Padua, Tolima, quien viene acompañando la campaña, escribió: “El rÃo es sólo una de las manifestaciones del agua. Proteger el agua aquÃ, defender el agua aquÃ, es defender totalmente el ecosistema de todo el territorio y en esa medida del mundo, aquà estamos en un lugar especialmente privilegiado y tal vez el lugar desde el que habrÃa que articular en este mundo y para este mundo el discurso del agua, por eso me parece tan importante todo esto, porque no puede ser percibido simplemente como la lucha local de unos ribereños o como la lucha local de unos nacionales por defenderse de unas fuerzas que avasallan un territorio y que quieren apoderarse de él, sino que es la lucha de la humanidad por salvar la esencia de su futuro es la lucha por salvar este planeta de un colapso anunciado y casi inminenteâ€.
En en el viaje también compartimos charlas informales con jóvenes y campesinos del Congreso de Los Pueblos, espacio lanzado oficialmente en 2010, con más de 17.000 delegados y unas 200 organizaciones. Dicho movimiento de movimientos nuclea pueblos originarios, afros, campesinos, territorios de paz, organizaciones barriales, redes de soberanÃa alimentaria y sindicatos. Su marca de origen es la autoorganización y sus banderas la defensa de la tierra, el territorio, la soberanÃa asà como la apuesta por la “Paz con Justicia socialâ€.
Es cierto que Colombia ofrece un escenario tremendo y difÃcil: gobiernos de derecha, un interminable conflicto armado donde guerrillas, ejército y paramilitares, mezclados con el narcotráfico, se disputan vidas, bienes y territorio; 6 millones de desplazados, acuerdos de paz que no terminan de concretarse, pintan un cuadro poco propicio para pensar nuevos horizontes polÃticos. Sin embargo, mirada desde cerca, Colombia es también teatro de luchas ecoterritoriales en defensa de la vida, un paÃs donde se abren brechas y se multiplican movimientos sociales y polÃticos amplios y novedosos, que bregan por la construcción de una izquierda plural y democrática. En suma, un escenario que parecerÃa insertar al paÃs en un ciclo novedoso y ascendente de las luchas.
Publicado en Ñ
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