“El modelo minero es peor que el modelo sojero”

Entrevista de Diego Genoud 

Dice la sociologa Maristella Svampa que muchos la tratan como si fuera Marco Polo. “Es que les traigo noticias de otros mundos”, bromea. Sobre fines de los ’90, fue una de las primeras en ocuparse del movimiento de desocupados. Ahora, acaba de editar junto a Mirta Antonelli “Minería Transnacional, narrativas de desarrollo y resistencias sociales”, un libro gestado por equipos de investigación de cuatro universidades nacionales (Buenos Aires, Córdoba, Catamarca y General Sarmiento) que se propusieron poner en agenda el tema de la minería a cielo abierto. “Es un conflicto con claras asimetrías. De un lado, las multinacionales en alianza con los gobiernos y, del otro, poblaciones que se oponen al saqueo y la contaminación”.

¿Por qué un país como Argentina, sin una tradición minera fuerte, se convirtió en el sexto del mundo en potencial minero?

Tiene que ver con el nuevo tipo de minería, donde los minerales ya no se encuentran bajo la forma de vetas sino que están diseminados, muchos de ellos en la cordillera y precordillera. Esto lleva a utilizar tecnologías altamente agresivas que devastan el medio ambiente. En Argentina existe además un marco impositivo de privilegio que fue sancionado durante el gobierno de Menem y está vigente.

¿Qué es la megaminería a cielo abierto?

Es el proceso que se pone en marcha para obtener los recursos naturales, cada vez más escasos. Dinamitan montañas enteras y utilizan sustancias químicas, como el cianuro, para separar el metal. Para eso, requieren además grandes cantidades de agua y energía. El agua va a ser un problema para todos en muy poco tiempo. 

¿Qué tienen en común el modelo minero y el modelo sojero?

Ambos están ligados a esta nueva distribución global y territorial del capital y presionan por la expansión irracional de las fronteras. Eso lo demuestran los 20 millones de héctareas de soja y los territorios mineros con soberanía propia, como Pascua Lama de la Barrick, que no es ni chileno ni argentino. El modelo sojero se expandió porque contiene más actores: pequeños, medianos y grandes. Pese a su tendencia a la concentración tiene una capacidad de integración que el modelo minero no tiene porque  no produce derrame alguno. En ese sentido, el modelo minero es peor que el sojero. En Argentina, existe un imaginario predominantemente agrario que lo asocia con la idea de progreso y que hace muy dificil discutir el modelo sojero. En cambio, las mineras deben construir una mitología en torno al bienestar que produce la actividad. 

¿Cómo describiría a las asambleas ambientalistas que se nuclean en la UAC?

Es un movimiento muy heterogeneo y novedoso que nuclea a quienes luchan contra la minería a cielo abierto y también a quienes combaten el modelo sojero. Están compuestas mayoritariamente por vecinos. Ellos dicen que se convirtieron en ambientalistas por obligación porque tuvieron que salir a defender su comunidad. Funcionan de manera asamblearia con una gran desconfianza hacia toda forma de institucionalización. Este un proceso que surge en el interior más profundo, como sucedió hace doce años con los movimientos piqueteros, y también sufren la criminalización de este tipo de protestas.

El libro afirma que las mineras construyen un saber experto para desde ahí presentar a los ambientalistas como “barbaros modernos”.

El gobernador de San Juan, José Luis Gioja, afirma que la gente es ignorante y no está informada. Pero a partir de la experiencia de Esquel  las asambleas construyen un saber independiente. La minería involucra a todos porque tiene mucho impacto en el nivel de vida de las poblaciones. Hay hidrólogos, sociologos, economistas y abogados que están plantenado la importancia del derecho ambiental. Suele competir con la economía  agrícola que necesita agua. Bajo La Alumbrera, en Catamarca, consume cien millones de litros de agua por día y esto implica desertificación.  

¿El kirchnerismo produjo algún cambio en este aspecto?

Al contrario, Kirchner le dio continuidad al modelo minero de Menem. Lo afianza y lo declara de interés estratégico, en 2004. Tanto él como Cristina Kirchner hicieron gestos muy claros, como el veto a la ley de Glaciares. Una de las grandes provincias mineras junto con San Juan, Catamarca y La Rioja es Santa Cruz. 

RECUADRO

“Este proceso tiene una escala regional”, dice Maristella Svampa, que acaba de regresar de Bolivia y Perú. “Perú es una expresión extrema del saqueo y la contaminación. Es el país lider en inversiones mineras desde la década del ’90 y mantiene el mismo marco normativo. Nadie cuestiona la minería como tal porque su historia está ligada al modelo extractivista, pese a que es muy fuerte la criminalización de las protestas y la perscecución de los referentes de las comunidades afectadas por la minería”. 

¿Y qué pasa en Bolivia? 

Los funcionarios de Evo te dicen “Bolivia fue, es y continuará siendo minera”. Sostienen que el desarrollo sólo es posible a través de la explotación de los recursos naturales aunque al servicio de un modelo de redistribución. Ahi, convive la pequeña minería, con la mediana y la gran minería, que se está expandiendo. 

Evo tiene hacia afuera un discurso de defensa de la naturaleza y de la relación de las comunidades índigenas con ella. Pero hacia adentro tiene un discurso nacional productivista, que es riesgoso, transita en una cornisa. En los últimos dos meses,  decidió la expansión de la frontera hidrocarburífera, en la amazonía paceña, sin respetar el derecho de las comunidades, salvaguardada por la nueva constitución boliviana. En Ecuador, también hicieron la Constitución más avanzada desde el punto de vista ambiental pero Correa avaló una ley de minería que habilita la expansión de la frontera hacia la Amazonia y tiene en contra a todos los organizaciones campesinoindigenas. Más allá de la inclinación ideologica del gobierno, conservador o de izquierda, hay un dilema: tarde o temprano se va a una colisión.

Entrevista en Crítica de la Argentina, 31/08/09