Conocida por su férrea oposición al fracking, escribió Chacra 51, un ensayo personal sobre cómo la finca de su abuelo es hoy un yacimiento.
Maristella Svampa cree que el fracking no vino para quedarse en el sector petrolero. Rompe con todos los consensos, bajados desde lo hegemónico, que dicen que no es posible vivir sin la energÃa derivada de los fósiles. Se anima a pensar en un momento de transición donde las energÃas renovables, fuera del negocio internacional, pueden impulsar una matriz energética basada en la soberanÃa y en el derecho humano. La filósofa rionegrina presentó su último libro, Chacra 51, un ensayo con pasajes personales sobre cómo la industria petrolera desembarcó como la peor pesadilla en la chacra de su abuelo en Allen, tocando las fibras Ãntimas entre la académica y una historia familiar.
–¿Es posible la convivencia entre la fruticultura y la industria hidrocarburÃfera en el Alto Valle?
El discurso de la convivencia es un engaño. Busca ocultar que el fracking es muy cuestionado a nivel global porque genera numerosos impactos negativos. Y no es solo el subsuelo: es el conjunto del territorio el que se ve afectado. Compite con otras actividades en términos de recursos como el agua y la tierra, genera claros riesgos de contaminación de aguas superficiales y subterráneas; y ahà donde avanza el fracking, lo que queda es puro pedregullo, sin posibilidad de recuperar el territorio para la producción.
–¿Imagina que las chacras serán parte del desarrollo inmobiliario o de la extracción petrolera?
Hay un aprovechamiento muy oportunista de la crisis que atraviesa un cierto modelo de fruticultura para avanzar sobre los actores más débiles de la cadena: los pequeños y medianos productores. Si no hay polÃticas de Estado que apoyen al eslabón más débil, el mercado se traga todo, porque siempre juega en favor de los actores más poderosos, que hoy se expresan en la expansión de la frontera petrolera e inmobiliaria.
–El fracking pareciera que vino para quedarse y la polÃtica lo cuestiona poco. ¿Es posible que la tecnologÃa pueda atenuar el riesgo ambiental?
No está dicho que vino para quedarse. Eso nos quieren hacer creer. El fracking es una fuga hacia adelante, en un escenario de crisis sociecológica mayor. Una negación a pensar la transición hacia energÃas limpias y renovables. Lamento que la clase polÃtica compre el discurso eldoradista (la promesa de convertir a Vaca Muerta en una potencia energética exportadora) y no abra a un debate sobre sus consecuencias ni cuestione la factibilidad.
–Vaca Muerta parece depender del precio del crudo y la rentabilidad. ¿Qué alternativas hay en la región para poder sustentar la economÃa?
La rentabilidad está puesta en duda. ArtÃculos recientes del New Street Journal y del IEFFA (Instituto de Economistas de la energÃa y del Análisis Financiero) son muy crÃticos y señalan que el fracking exige un esquema de subsidios estatales muy perverso y que la tasa de retorno energética es mucho más baja de la esperada. Alternativas para la región hay, pero no se trata de abrazar cualquier tipo de desarrollo de las renovables, como está haciendo este gobierno con los programas Renovar, que impulsan la extranjerización, la concentración y la dependencia tecnológica. Hay que repensar el sistema energético desde un paradigma que asegure la energÃa como un derecho humano, la soberanÃa, el fin de la pobreza energética y la protección de los bienes comunes.
–¿Chacra 51 es más un relato personal o un ensayo sobre el extractivismo?
Es un ensayo sobre el neoextractivismo y la crisis socioecológica escrito en clave personal. Propone pensar las chacras como ecosistema, las diferentes olas de contaminación, entre las cuales la última es el avance del fracking. Interpela al lector de modo personal, proponiendo una reflexión de esa crisis en términos de Antropoceno.
La Mañana de Neuquén
https://www.lmneuquen.com/maristella-svampa-hay-que-repensar-el-sistema-energetico-n633071