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Lévi Strauss acaba de morir a los cien años. Como tantos otros lectores, soy de las que ha disfrutado mucho más del Lévi-Strauss de “Tristes Trópicosâ€, que aquél de “AntropologÃa Estructural†u otros libros notorios. Quizá por esa razón, tanto como por las preguntas que suele plantearnos la longevidad, es que transcribo aquà una parte de este notable discurso improvisado que Claude Lévi-Strauss diera en un homenaje que le consagró la Revista Critique, en ocasión de sus 90 años.
A manera de homenaje, me permito traducir sus palabras, que todavÃa conservo en un amarillento y también longevo recorte de diario, publicadas en Le Monde, el 29 de enero de 1999.
“Montaigne dice que la vejez nos disminuye cada dÃa y nos desgasta de tal forma que, cuando la muerte llega, ella no se lleva más que un cuarto de hombre o un medio hombre. Montaigne murió a los 59 años y sin duda no podÃa tener una idea de la extrema vejez en la que me encuentro hoy yo. En esta larga edad a la cual nunca pensé en llegar, y que constituye una de las sorpresas más curiosas de mi existencia, tengo el sentimiento de ser como un holograma quebrado. Este holograma no posee más su unidad entera y sin embargo, como en todo holograma, cada parte restante conserva una imagen y una representación completa de todo.
AsÃ, para mà hoy hay un yo real, que no es más que el cuarto o la mitad de un hombre, y un yo virtual, que conserva todavÃa viva la imagen del todo. El yo virtual prepara el proyecto de un libro, comienza a organizar sus capÃtulos,  y le dice al yo real: “Te toca continuar a tiâ€. Y el yo real, que no puede más, le dice al yo virtual: “Es tu asunto. Eres tu quien ve la totalidadâ€. En el presente mi vida se desarrolla en ese diálogo muy extraño.
Les agradezco mucho de haber podido, por unos instantes y gracias a vuestra presencia y amistad, hacer callar este diálogo, permitiéndome por un momento que esos dos yo coincidieran nuevamente. Sé muy bien que el yo real continuará fundiéndose hasta la disolución última, pero les agradezco el haberme tendido la mano, dándome asà el sentimiento, por un instante, de que era diferente.â€