Vivimos en una sociedad en la que los riesgos e incertidumbres causados por la opción por un crecimiento económico exponencial e ilimitado producen daños sistemáticos e irreversibles en los ecosistemas, que afectan y amenazan los territorios y la reproducción de la vida.
La conciencia cada vez mayor de esos riesgos e incertidumbre explica porqué aquellos debates y decisiones que antes estaban reservados exclusivamente a los técnicos y las burocracias especializadas, hoy adquieren un sentido social y polÃtico más amplio, convirtiéndose en cuestiones de interés colectivo, que involucran a la población en general y, sobre todo, a las comunidades afectadas, las cuales buscan abrir el espacio de participación ciudadana.
Nada de esto es fácil, ya que de modo recurrente la clase polÃtica se opone a tales procesos. Un ejemplo escandaloso de esto último es lo ocurrido en la provincia de Chubut.
El martes 25 de noviembre la legislatura de esa provincia debÃa votar positiva o negativamente por una ley de iniciativa popular contra la megaminerÃa, que impulsaba la población, y que contaba con el aval de 13.007 firmas (más del 3% del padrón electoral, según exige la Constitución provincial). Las posibilidades de que este proyecto de ley fuera aprobado eran importantes. La intensa movilización social, el hecho de que Esquel fuera pionera en la lucha argentina contra la megaminerÃa, la argumentación ambiental que sustentaba dicho proyecto y el convencimiento de que cada vez se hace más difÃcil imponer verticalmente la megaminerÃa, habÃan persuadido a una parte no menor de la dirigencia polÃtica chubutense en favor de la misma. Además, se agregaba que, por primera vez, se aplicarÃa un mecanismo de democracia semidirecta, previsto constitucionalmente.
Unas semanas antes de la votación, el lobby de la minerÃa transnacional activó la alerta y desarrolló una agresiva campaña mediática, buscando asustar a la población acerca de las consecuencias de esta ley, tratando de “ignorantes†a amplios sectores de la sociedad chubutense, o bien, insistiendo en que no habÃa habido “debate†sobre el tema minero.
Lo cierto es que en Chubut el debate sobre la megaminerÃa se viene dando desde 2002, lo cual se vio reflejado en la consulta pública realizada en Esquel, en 2003, refrendada luego por la ley provincial 5001, que prohÃbe la megaminerÃa con sustancias tóxicas. Era esa ley la que la iniciativa popular presentada ahora buscaba complementar.
Sin embargo, ese dÃa de noviembre, en lugar de tratar el proyecto de la ciudadanÃa, el Frente Para la Victoria junto con aliados del Partido Justicialista, impulsó otro proyecto de ley, con el mismo nombre, muy diferente (en su letra y en su espÃritu), que distorsionaba claramente el sentido propuesto por la iniciativa ciudadana, abriendo las puertas a la posibilidad de la megaminerÃa en Chubut.
Hasta ahà los hechos tienen que ver con la manipulación de la voluntad popular por parte de una clase polÃtica autocentrada, que rechaza o bastardea los legÃtimos mecanismos participativos de la democracia, para convertirlos en letra muerta. Pero lo que sucedió en Chubut fue algo más, algo que grafica de modo incontestable la regresión institucional en nuestro paÃs y habilita la derogación o el veto de la ley aprobada. Pues al dÃa siguiente se difundió una foto de un diputado del PJ, Gustavo Muñiz, que responde al FPV, quien en plena sesión legislativa recibió mensajes en su teléfono celular con instrucciones sobre la redacción de la ley aprobada, por parte de un Gerente de la transnacional minera Yamana Gold.
La fotografÃa es inobjetable e ilumina aquello que es uno de los grandes signos de nuestra época: las relaciones cada vez más explÃcitas –alguien dirÃa “carnalesâ€- entre poder polÃtico y grandes compañÃas transnacionales.
Claro que hay otros ejemplos recientes: en agosto de 2013 la legislatura neuquina aprobó el convenio firmado entre YPF y Chevron, que contiene cláusulas secretas, disposiciones que ni los diputados del oficialismo provincial y nacional conocÃan, pese a lo cual obedientemente levantaron la mano.
Hay que leer lo ocurrido en la provincia de Chubut en clave nacional. Si, como argentinos, no queremos que en nuestro paÃs la clase polÃtica termine siendo hablada y manipulada desde el poder económico, y la ciudadanÃa caiga fundadamente en el peor de los descreimientos frente a la institucionalización del fraude, buscando otras vÃas de resolución de los conflictos, debemos pensar en el modo de garantizar la transparencia del sistema democrático y la necesaria democratización de las decisiones.
Diario ClarÃn