Sobre Literatura y nacionalismos. Una anécdota a propósito de la muerte del GGM

Cuento una anécdota, vinculada al gran escritor que se nos fue. Hace exactamente 25 años, viviendo en Paris, solía almorzar en el restaurante universitario de la rue d´Assas, cercano al Jardín de Luxemburgo. Ahi me encontraba varias veces por semana con dos amigos colombianos, ambos estudiantes de ciencias políticas. Una vez nos enzarzamos en una discusión larga y estéril sobre García Marquez y Borges. O más bien, los colombianos -que odiaban a Borges-, no estaban tan interesados en subrayar las evidentes diferencias políticas entre ambos, como en señalar algo así como la “superioridad literaria” de Gabo sobre Borges. Yo defendía los dos, cada cual en su registro y estilo, tan universales y particulares al mismo tiempo. Pero los colombianos seguían obstinados con su tesis nacionalista.

Cuando terminamos de almorzar, salimos caminando por la rue d´Assas, y de pronto, veo que Alvaro, uno de mis amigos, se detiene, yergue orgullosamente su figura, mientras sigue con la vista a una pareja a la cual acabamos de cruzar, y exclama como si fuera un tenor en plena ópera, y con una voz inconfundiblemente colombiana: “¡Gabriel García Marquez!”.
Los tres caminantes plantamos nuestra sorprendida mirada sobre los hombros de la pareja, todavía a unos pocos metros de nosotros. Era él, no recuerdo si con guayabera o con un poncho, pero no había dudas. La mujer que tenía a su lado le susurró algo en el oído, pero García Marquez no hizo ningún saludo o gesto de respuesta dirigido al compatriota que acababa casi de vivarlo. Solo continuó caminando en dirección opuesta a la nuestra, alejándose definitivamente por la rue d´Assas.
Todavía detenidos, sin poder moverse del lugar, mis amigos colombianos quedaron perplejos. Los tres pensamos en la casualidad de los hechos… Pero a la perplejidad le siguió luego una larga depresión, que tuvo que ser saldada en un bar cercano; tal era el horrible estado de desasosiego de mis amigos. No se esperaban tal indiferencia de quien creían era la expresión de la quintaesencia del ser colombiano y mucho menos después de la ardua discusión que habíamos tenido.
Hice dos maldades. Primero, solo para vengarme, les conté que Borges solía hablar con los transeúntes, cuando alguien lo abordaba en la calle…Segundo, les expliqué el significado de la palabra argentina “cholulo” para hacerles entender que la reacción de García Marquez había sido más que normal. Que además de ser un gran escritor y premio nobel, era también un ser humano. Y pensé para mis adentros que tal vez, simplemente, GGM estaba harto de los nacionalismos o al menos de esas muestras de nacionalismo…